Con la esperanza puesta en la tragedia

Las horribles noches y los amaneceres desoladores llenos de zozobra que sucedían a las masacres paramilitares en el campo colombiano, empezaron a suceder en las calles de las grandes ciudades. Tuvieron que pasar casi 20 años para que las gentes de las ciudades que no sufrieron el desplazamiento forzado, probaran un trago del jugo de la Seguridad Democrática. Ese amargo y vomitivo jugo ya lo habían probado en Soacha unos muchachos hijos de familias empobrecidas durante el ministerio de defensa del Nobel de Paz que extrañan algunos con ternura en redes sociales. También lo probaron otros muchachos empobrecidos de La Sierra en Medellín. Y probablemente en otros sectores, de otras ciudades, de manera molecular. 

Pero esta vez, desde el 28 de abril, la violencia en los campos a la que muchos fueron indiferentes, esa violencia que veían en los televisores como una película, ahora estalla en sus celulares como un cruento y real relato de crónica roja en vivo y en directo, porque esa violencia ya no sucede solamente detrás de los cerros o en sectores aislados de las ciudades, sino en las calles, frente a las casas y las esquinas de casi todos los barrios

Francisco de Goya (1814) Los fusilamientos del 3 de mayo. Madrid: Museo del Prado

Tal vez lo que faltaba para empezar a gestar el final del Uribismo, su deceso político, era que se cumpliera este infortunio, pues el repudio a su estela de muerte y asesinato se generalizara más con la expansión de su violencia. No sé si esta tragedia que vivimos era necesaria para el ocaso del macabro ídolo que mueve en las sombras los hilos de la actual presidencia y buena parte del congreso, esas son cosas de los dioses. Pero vista en sus consecuencias es una esperanza, pero una muy dolorosa, triste y desgarradora esperanza, pues el precio es una vez más la muerte violenta de más jóvenes y las manos manchadas de sangre de más miembros de la fuerza pública. Espero y deseo con mucho dolor que este sea el comienzo del fin del Uribismo, y con esperanza y temor deseo que al mismo tiempo no sea el inicio de un nuevo autoritarismo con otro líder egocéntrico, terco, mentiroso y maniático vestido de otro color que se venda como salvador.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Erase una vez un país de mierda de cuyo nombre no quiero acordarme

Diciembre, pólvora, policías y nazis

Borges: ser colombiano es un acto de fe