Con la esperanza puesta en la tragedia

Las horribles noches y los amaneceres desoladores llenos de zozobra que sucedían a las masacres paramilitares en el campo colombiano, empezaron a suceder en las calles de las grandes ciudades. Tuvieron que pasar casi 20 años para que las gentes de las ciudades que no sufrieron el desplazamiento forzado, probaran un trago del jugo de la Seguridad Democrática. Ese amargo y vomitivo jugo ya lo habían probado en Soacha unos muchachos hijos de familias empobrecidas durante el ministerio de defensa del Nobel de Paz que extrañan algunos con ternura en redes sociales. También lo probaron otros muchachos empobrecidos de La Sierra en Medellín. Y probablemente en otros sectores, de otras ciudades, de manera molecular. Pero esta vez, desde el 28 de abril, la violencia en los campos a la que muchos fueron indiferentes, esa violencia que veían en los televisores como una película, ahora estalla en sus celulares como un cruento y real relato de crónica roja en vivo y en directo, porque esa viole...